Cuál es el problema de la economía española y por qué el Gobierno lo agrava

6 marzo 2009 at 12:56 Deja un comentario

El origen del problema económico español es el excesivo endeudamiento al que habían llegado las familias y las empresas. Ese sobreendeudamiento no se debió a la torpeza ni a la avaricia, sino que respondió simplemente a los incentivos económicos. Entre finales de 2002 y mediados de 2006, la inflación en España fue mayor que los tipos de interés. En ese contexto, lo razonable es endeudarse y no ahorrar.

Que el endeudamiento del sector privado se tornó excesivo queda claro cuando se suceden las noticias de empresas (de todos los tamaños) que no pueden hacer frente a sus compromisos, lo mismo que ocurre con un creciente número de familias respecto de sus hipotecas.

Mientras la deuda se acumula, todo parece ir bien. Las ventas de casas y coches (dependientes del crédito), crecen, lo mismo que el empleo y la sensación de «progreso». Sin embargo, el exceso de demanda (consumo + inversión) que provocaba esa acumulación de deuda también tenía efectos negativos. Estos eran fundamentalmente tres: 1) inflación superior a la media de la eurozona; 2) incremento del precio de las viviendas y 3) un déficit externo inmenso (déficit de la cuenta corriente del balance de pagos) que pasó a ser el segundo más grande del mundo, sólo superado por el de EE.UU.

Esos tres elementos negativos eran las señales que enviaba la economía de que algo no iba del todo bien. La misión de toda política económica que pretenda un horizonte de estabilidad es precisamente atender esas señales. Por el contrario, desde 2004 hasta hoy, el gasto público se viene incrementando más deprisa que el PIB. Es decir que el Gobierno, en lugar de atender a esas señales y buscar una moderación del exceso de demanda, hizo lo opuesto. Más claramente: el efecto principal de la politica económica aplicada por el ministro Sr. Solbes fue el de exacerbar los desequilibrios que de por sí se acumulaban.

¿Qué debería haber hecho el Gobierno? Pues sólo con haber hecho crecer el gasto público al mismo ritmo o, idealmente, algo por debajo que el PIB, los problemas acumulados serían menores, el superávit de las cuentas públicas habría sido mayor y la deuda pública inferior. Es cierto que se hubiera creado menos empleo, pero ahora también se estarían destruyendo menos puestos de trabajo, no habría un stock de más de un millón de viviendas sin vender, los bancos serían más solventes, etc.

Entre noviembre de 2005 y julio de 2008, los tipos del Banco Central Europeo pasaron de 2% a 4,25%, el crédito se hizo más escaso y el peculiar modelo de crecimiento español, basado en el endeudamiento, colapsó. Para peor, todo se hizo más grave por la crisis financiera interanacional que, insisto, agrava, pero no es el origen del problema español.

Cuando hay un endeudamiento excesivo, el problema se corrige aumentando los ingresos, gastando menos o con una combinación de ambas cosas. Eso es lo que está haciendo el sector privado. Por eso, desde esta perspectiva, es algo sano que los bancos hayan reducido la concesión de créditos (haciendo a un lado los problemas puntuales de empresas solventes con problemas de liquidez, que existen, pero que no cambian el punto central) porque implica que familias y empresas están reduciendo su endeudamiento.

Lo incomprensible es que, ante este panorama, la política «anti-crisis» del Gobierno consista en … ¡seguir alentando la demanda, ahora endeudando al sector público! Es decir que, dada la incapacidad de seguir endeudándose por parte del sector privado, el Gobierno parece querer «tomar la posta» y endeudarse él mismo para mantener intacto el «modelo de crecimiento». Además de las familias y las empresas, ahora es el sector público el que camina hacia un endeudameinto excesivo. En lugar de austeridad y alentar inversiones productivas (por ejemplo, rebajando el Impuesto de Sociedades, como sería posible hacer de no haber gastado tanto antes), se prentede resolver la crisis con más deuda.

Los miles de millones de euros de nueva deuda que está tomando el Gobierno implicará multiplicar el pago de intereses en los próximos años (pagos que se harán con nuestros impuestos), además de quitar recursos que podrían dirigirse al sector privado. De persistir en este camino, una recesión que podría durar un año, duraría tres o cuatro. Y el escenario ya anticipado en este blog de una emergencia nacional con 5,5 millones de desocupados y una tasa de paro de 25% para finales del 2010 se va haciendo cada día más probable.

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