Pablo Iglesias: ¿lobo o cordero?

En Argentina se conoce como el “teorema de Baglini” una frase de un diputado de los años ’80 que, palabra más o menos, decía: “la sensatez de las propuestas de los partidos políticos es inversamente proporcional a su probabilidad de gobernar”. Esto se deriva de algo estudiado en la Ciencia Política: como en los extremos, por definición, hay menos votantes, quien quiera ganar una elección deberá acercarse al centro.

Pablo Iglesias y su partido Podemos no escapan a esa regla. Saben que los votos “puros” de la izquierda no podrían superar el 15% o el 20%, insuficientes para gobernar. Así, pese a que pueden verse en Youtube decenas de vídeos en los que el Sr. Iglesias elogia a Hugo Chávez, también hay uno más reciente, de junio de 2014, en el que apenas acabada su disertación en el Hotel Ritz niega, sin ruborizarse, tener referente alguno. Tiempo después, Pablo Iglesias volvió a tener un referente, pero ahora se trataba de los países escandinavos.

En los últimos días hubo más muestras de “moderación” por parte del Sr. Iglesias. Dijo que “se necesitan a los ricos”. Incluso, se filtró a la prensa un encuentro entre economistas de Podemos y empresarios, para transmitirles la idea de que “no tienen que tenernos miedo”.

En general, cuando un político modera su discurso se lo interpreta como un signo de madurez: “se ha dado cuenta de que gobernar es algo serio”, vendría a ser una síntesis del análisis habitual. Así, a la moderación del discurso le seguiría, en el caso de los que consiguen alcanzar el gobierno, una cierta templanza en la acción. ¿Es este el caso de Pablo Iglesias? ¿O se trata apenas de una estrategia electoral?

Pablo Iglesias, como él mismo ha afirmado por TV, es comunista. A diferencia de otras ideologías, el comunismo no admite grados. Se es comunista o no. Es lo mismo que ocurre con el embarazo. Se puede estar embarazada o no, pero no hay posibilidad de grados intermedios.

El comunismo del Sr. Iglesias permite sospechar que su moderación es apenas de discurso. Además, hay un vídeo en el que él mismo sintetiza, con una claridad que se agradece, cuál es su verdadero plan. El vídeo (puede verse al final) es del 6 de febrero de 2014, grabado en ocasión de una charla en el Ateneo de Madrid. El mismo no está editado ni manipulado de forma alguna.

Pablo Iglesias sintetiza “un programa de gobierno de unidad popular” en siete puntos, que son:

• “Suspensión del pago de la deuda, auditoría y reestructuración de la misma con criterios de justicia social”;

• “Devaluar la moneda para favorecer las exportaciones”;

• “Nacionalización de la banca para facilitar el crédito”;

• “Sistemas de control de la fuga de capitales; eventualmente incluir en el Código Penal como delito la transferencia de dinero al exterior”;

• “Titularidad pública de las áreas centrales de la economía, como los transportes, la energía y por supuesto la educación y la sanidad”;

• “Reindustrialización a través de la inversión pública”;

• “Reforma fiscal redistributiva”.

No caben dobles interpretaciones. Tampoco es posible que el Sr. Iglesias haya cambiado tanto de opinión en tan pocos meses. Su declarado comunismo y el poco tiempo transcurrido desde esas líneas maestras para un “programa de gobierno” permiten concluir que la moderación de Podemos se limita al discurso. En caso de alcanzar el poder, no dudarían en aplicar su plan radical. Tampoco puede sorprender: es lo mismo que hicieron Salvador Allende en Chile, Hugo Chávez en Venezuela y todos los comunistas que lograron gobernar.

Cualquiera de esas medidas, por sí sola, sería capaz de dislocar la economía. Todas juntas podrían generar una crisis más allá de lo imaginable. La confianza de empresarios, inversores y consumidores caería, los bancos perderían depósitos, la prima de riesgo subiría, el valor de los fondos de inversión y planes de pensiones menguaría. De ello resultaría una caída de la inversión y del consumo, y por tanto del empleo. Algo similar a lo vivido en 2011 y 2012, pero multiplicado varias veces, por estar el gobierno en manos de un grupo antisistema.

Como dijo el propio Iglesias: “Quien esté en esto, está conmigo”. Tú, amigo lector, ¿con quien estás?